domingo, 3 de abril de 2011

TECNOLOGIA, CIENCIA Y MEDIO AMBIENTE


La tecnología ha ayudado a traer riqueza a gran parte del mundo, mas también ha sido el instrumento de mucho del daño ocasionado al planeta y a la vida sobre él. Pero en sí misma es neutral: por bien o por mal, sus efectos dependen del uso que nosotros hacemos de ella.

A medida que nuestros conocimientos científicos, y nuestra manera de ponerlos en práctica, aumentan aceleradamente, debemos hacernos dos preguntas: ¿Tecnología para qué? Y ¿Tecnología para quién? Todo depende de las respuestas.
La tecnología debería utilizarse para desarrollar, no para destruir, para beneficiar a la humanidad como un todo más bien que para enriquecer a los pocos que ya son ricos, y, en vez de promocionar el crecimiento económico a toda costa, debe asegurar que siga estando respaldada y sustentada por los servicios vitales provistos por un planeta sano.
Para ello, un factor clave es asegurar que la tecnología sea apropiada, que confiera poderes a la gente que la utiliza, adecuada a los lugares donde se la aplica, y –sobre todo– diseñada para fomentar el desarrollo sostenible que elimina la pobreza al mismo tiempo de salvaguardar la Tierra y sus sistemas naturales. Otro es asegurar que pueda ser ampliamente compartida, de modo que el mayor número de habitantes del mundo puedan beneficiarse de ella. Hay muchos casos en que la tecnología ha cumplido ambas metas; no obstante, en la mayoría ni siquiera es su intención alcanzarlas. Es obligación de nuestra generación restablecer el equilibrio y concentrar los recursos y los esfuerzos en el desarrollo de tecnologías adecuadas a nuestra época, y a nuestro frágil mundo interdependiente.

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